La palabra estereofónico deriva del griego στερεός (stereós, “firme, sólido”)[1] + φωνή (phōnḗ, “sonido, tono, voz”)[2] y fue acuñada en 1927 por Western Electric, por analogía con la palabra “estereoscópico”.
A la edad de 28 años, en diciembre de 1931, Alan Dower Blumlein presentó su patente más famosa, la número 394.325, “Mejoras en y relacionadas con la transmisión de sonido, la grabación de sonido y los sistemas de reproducción de sonido”. Esta patente contenía 70 reivindicaciones individuales que incluían la colocación de un par de micrófonos, el procesamiento del sonido de los micrófonos y el equipo de corte para grabar dos canales en un solo surco de grabación.
Blumein continuó los trabajos que ya se venían haciendo desde finales del siglo XIX (curiosamente teniendo en mente la idea de la estereofonía en audífonos). Luego esa idea se abandonó pues las bocinas empezaron a dominar el cine. Blumein tenía como referencia la película Fantasia de Walt Disney y creyó poder tener un sonido espacial convincente a partir de 3 bocinas, luego redujo esta premisa a solo dos bocinas.
La idea no era emular que dos bocinas harían el trabajo para dos oídos. De hecho fue un gran problema y reto pues las dos bocinas generaban sonido que llegaba en diferente tiempo y diferente fase a los dos oídos. Esto Blumein lo descubrió desde 1931. Su solución estuvo basada en la teoría que la escucha direccional a bajas frecuencias depende de la diferencia en tiempo y que en la altas frecuencias, depende de la diferencia en intensidad. Esto era mucho más sutil de lo que parece a primera vista y dependía de la suma y la diferencia de las salidas de los dos micrófonos. De este modo, se obtuvieron resultados equivalentes a la respuesta cardioide que apuntan en direcciones opuestas utilizando micrófonos omnidireccionales: un logro notable
La idea del estéreo crea un una dispersión en forma de triángulo equilátero (60 grados) que se traduce en una distorsión de tiempo entre lo que llega al oído izquierdo y al derecho. El cerebro trabaja mucho pues tiene que recrear el sonido que recibe con “el lugar” donde se supone se crea originalmente ese sonido: una sala de conciertos, una iglesia, un estudio. Esto porque el sistema de reproducción en casa no es algo natural. Alan asumía que habría un campo sonoro continuo entre dos bocinas que recreara un sonido binaural natural al menos con la ubicación frontal.
La diferencia crucial entre la audición de la señal mono sumada en un solo altavoz, en comparación con una imagen mono “fantasma” entre dos altavoces, está relacionada con el equilibrio percibido del extremo de los graves del espectro de frecuencias. Cuando escuchas una señal mono en dos altavoces, oyes una imagen falsa o “fantasma” que parece flotar a medio camino entre los altavoces, pero como ambos altavoces están contribuyendo al sonido, la impresión es de un nivel de graves ligeramente sobreinflado. Escuchar el sonido mono a través de un solo altavoz, tal y como lo oyen los demás, revela el material en su verdadera forma.
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